La alfarería y la cocina

La importancia de la alfarería en la zona de la Subbética viene por el fin de la misma en la conservación y almacenaje de los productos alimenticios

Un poco de historia

Según algunos expertos, el origen de la alfarería de Lucena hay que buscarlo en los fenicios, existiendo constancia de que tuvo un gran esplendor en tiempo de los romanos, de lo que da testimonio el alfar de Los Tejares. En este sentido hay que resaltar que también en la Edad Media, árabes y judíos impulsaron la alfarería local. Entre sus piezas destacan actualmente la perula, santo y seña de la alfarería lucentina, así como orzas, queseras, lebrillos, platos, botijas de arriero o dornillos

Sin embargo, no se puede dejar de resaltar que las tinajas, que llegaban a tener hasta 300 arrobas, han perdido con el paso del tiempo su antigua finalidad de almacenamiento de productos agroalimentarios y han pasado a convertirse en un bello elemento decorativo de mucha menos capacidad, al igual que lo eran las que en las casas se utilizaban para el almacenamiento y la conservación del aceite de oliva y de las aceitunas aliñadas, que gozan también de merecida fama.

Las orzas

Recipientes de barro cocido generalmente vidriados en su interior, cuyo uso tradicional tenía como destino los procesos de maceración y conserva, de los alimentos más habituales como eran el queso en aceite, la miel o los productos de la matanza del cerdo, aunque también se usaron para contener todo tipo de legumbres, garbanzos arroz o lentejas.

Otra tipología de esta familia eran las orzas aceituneras para curar el fruto del olivo y las orzas o tinajillas para desamargar, para el proceso del cambio periódico de agua de las aceitunas.

En Lucena se llegaron a fabricar hasta siete tipos de orzas diferenciados, siendo las más populares: la orza cuartillera con capacidad para 20 litros, la orza pastoril de 15 litros, la orza perrengue grande de 12 litros y perrengue chico de 6 litros.

Las botijas peruleras

Fueron recipientes fundamentales en el comercio marítimo entre España y el continente americano entre los siglos XVI y XIX. Por su forma esférica eran ideales para ser apiladas unas junto a otras en las bodegas de los barcos. Su nombre procede del Perú.

También puede incluirse en este conjunto tipológico la perula o “aceitera globular”, que es una pieza tradicional de menor tamaño y de paredes más finas vidriada enteramente de verde, propia de la alfarería de Lucena.

Las tinajas

Son grandes recipientes de barro usados para la conservación y almacenamiento de líquidos, poseen una boca ancha, y no suelen tener asas, y si las tienen suelen ser pequeñas.

Lucena fue uno de los núcleos de fabricación con más tradición y de mayor producción de tinajas de Andalucía, llegando a tener veinte tinajerías, hasta el primer cuarto del siglo XX.

El historiador Pascual Madoz, menciona a Lucena como proveedor para todas las bodegas de Andalucía y se especifica la construcción de ejemplares de 500 a 600 arrobas, cerca de 10.000 litros. Su destino comercial eran las numerosas bodegas, almazaras e industrias dedicadas al aceite, el vino.

Lo más destacado en la elaboración de las grandes tinajas era el proceso totalmente manual, sin torno, por el método o técnica alfarera del urdido, esto es a base de hacer tiras de barro que se van colocando una sobre otra a mano para dar la forma y volumen deseado, ayudándose de una paleta de madera.

La cerámica en el arte

LA NIÑA DEL CÁNTARO Julio Romero de Torres 1927

Varias piezas de la cacharrería española del siglo XVII componen un bodegón en este óleo atribuido a un joven Diego Velázquez (1620). 

Junto a la cantarilla con una naranja cubriendo su boca para perfumar el agua, aparece una alcuza o perula esmaltada en verde y delante, unas piezas de vajilla y un juego de almirez

Fuente: https://ceramicagranados.com/